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Introducción
En el capítulo diez se relata un pasaje que permite continuar la historia de Joaquina Plana desde que abandonó su casa a los 16 años en 1830.
Situamos la escena en Noviembre de 1857,
unos meses antes de que Caradoc fuese
cesado, y viniese a Cartagena jubilado sin pensión, y de que contrajese su
enfermedad. En esta época la protagonista tiene 43 años.
En este capítulo, para la recreación novelada de esta
parte de la vida de Joaquina Plana, nos basamos fundamentalmente en
el texto de Samuel S. Cox (1880) en su libro sobre el clima mediterráneo y la
curación de las enfermedades del pulmón, en el capítulo XIV, en el apartado Lord
Howden’s Villa, donde relata su estancia en la Torre Caradoc de Murcia. En
él, en la página 268 dice:
“At Murcia we spent an afternoon agreeably in
visiting a model country villa, the residence of a former English Minister to
Spain, Lord Howden. His Lordship does not live there now, but at Bayonne. He is
an eccentric man in some respects, and not unpleasantly peculiar in his love
for an out-of-door life and displays of fruit and flower. Besides, he
demonstrated his independence when advanced in years by marrying a beautiful
Spanish actress, with whom he fell in love.
"En
Murcia pasamos una tarde agradablemente visitando una casa de campo, residencia
de un ex embajador inglés en España, Lord Howden. Su Señoría no vive allí
ahora, lo hace en Bayona. Él es un hombre excéntrico, en algunos aspectos (…).
Además, demostró su independencia a la hora de, a su avanzada edad, casarse con
una bella actriz española, de la que se enamoró.”
Lo cual es
perfectamente compatible con que Joaquina, en una situación de pobreza extrema
y de escasa instrucción, pero de gran
belleza como manifiesta el busto que reproducimos y el medallón del Chateau
Caradoc de Bayona, que es una reproducción idealizada de Joaquina como Ana de Poitiers, y esta a su vez en la versión de Diana Cazadora,
trabajase en un espectáculo en Cartagena (donde según José Tornel (2003) se conocieron). En esa época y con esas características
su trabajo como artista no podría ser en otro lugar que en un café cantante. Lo
demás lo hemos supuesto a partir de lo que dice la documentación, sobre estos
espectáculos, que hemos encontrado. Lo cual también está implícito en el texto
de Cox cuando habla de la independencia y de la excentricidad de Caradoc al tomar como
esposa a una bella actriz, de la que se enamoró:
(…) he demonstrated his independence when advanced in
years by marrying a beautiful Spanish actress, with whom he fell in love.
Un café de cante
La acción se sitúa en un “café de cante” de Cartagena. Y aquí
aparece la primera cuestión que tuve que dilucidar si utilizar la expresión
café de cante, café cantante o café flamenco. Está claro que la última no,
porque esta expresión empieza a utilizarse y al poco a popularizarse a partir
de la década de los setenta según hemos podido comprobar y verificar en el
trabajo de Jose Gelardo Navarro en el capítulo “los cafés cantantes en tierras
murcianas (1870-1900)” (Montes Bernárdez, R. et al (diciembre 2008), p. 129).
De manera que igualmente podríamos utilizar las otras dos que
aparecen indistintamente en “Flamencópolis – Cafés de cante”,
“Entre dos
barrios - EDAD DE ORO (1850-1920) (Junta de Andalucía, Consejería de Educación)”
y en (BLAS VEGA, 1984) Los cafés
cantantes de Sevilla.
Si finalmente
hemos utilizado la primera expresión es por las connotaciones que tiene con la
expresión cante en la comarca de Cartagena – La Unión – Mazarrón.
La descripción
más completa la hemos encontrado en la web Flamencópolis, que
establece su periodo de vigencia de mediados del siglo XIX hasta 1908, en su
documento CAFÉS DE CANTE se explica:
Hasta entonces [hasta la profesionalización de los actores del cante] las ventas eran su terreno, así como las
fiestas vecinales o las celebraciones de todo tipo, y esporádicamente los más
avezados subían a las tablas de los teatros, pero fue en los cafés llamados
cantante, al estilo del “cafè chantant” francés, donde se comenzaron a escuchar
los ‘cantes alante’, intermediados por los bailes del país que cada vez eran
menos boleros y más flamencos.
Aquellos locales
surgieron mediado el siglo XIX y comenzaron su decadencia en los años veinte
del siglo pasado. En 1908 una orden ministerial les dio la puntilla y el
flamenco más profesionalizado regresaría entonces a los teatros con la conocida
‘ópera flamenca’.
En el flamenco de café se
desechan definitivamente instrumentos como los panderos, violines o bandurrias,
siendo la guitarra y el cante los medios de expresión principales. En palabras
de Blas Vega ‘fue tal la aceptación, que rara era la provincia española que no
contara con algún café cantante en su haber’.
Julián Pemartín sintetizó
sus características ambientales: ‘Los cafés cantantes estaban instalados
alrededor de un patrón general: un salón, lo más amplio posible, y decorado con
espejos y carteles de toros, en el que además de las sillas y mesas destinadas
al público se levantaba el tablao en donde actuaba el cuadro flamenco’. Pero
los cafés no solo eran para el flamenco, allí cabían bailes de todo tipo, magia
y hasta lidia de becerros.
Fuente:
“Flamencópolis – Cafés de
cante”
Para seguir leyendo
El libro
Joaquina Plana, Lord Howden y la Torre Caradoc de Murcia
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los demás de este proyecto, aquellos fragmentos más interesantes que no rebasen la extensión exigida.
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