En el capítulo 4 el
relato tiene como escenario Buenos Aires en 1847, al final del bloqueo anglo
francés del Estuario de La Plata. Y tiene como tema precisamente la misión de
Caradoc para poner fin a la situación de cerco y, en el contexto de éste, el supuesto romance que tuvo con
Manuelita Rosas así como su desenlace.
Cuatro son los escenarios
particulares en los que se desarrolla la trama de este capítulo. También hay
que hacer una precisión acerca de donde es posible situar los barracones propiedad
del padre de Camila, que en un momento se citan.
Los escenarios son el
Fuerte de San Miguel, el caserón de Rosas, el campamento de Santos Lugares y
los alojamientos de Caradoc y de Walensky. La otra cuestión es la justificación
sobre la hipotética ubicación de los galpones de los padres de Camila, que
situamos en la zona que hoy se conoce por las Catalinas.
El caserón de Rosas
Tres momentos del capítulo
cuatro tienen que ver con el Caserón de Rosas. La primera es la disquisición
sobre, a la altura de 1847, dónde se realiza la actividad oficial de Rosas, acerca de si
los despachos, entrevistas, recepciones, etc.
se realizan en las dependencias de la gobernación en el Fuerte de San
Miguel o en el Caserón de Palermo. La segunda incidencia tiene que ver con la
conversación de Manuelita con su amiga Camila O’Gorman y la tercera con el encuentro
amoroso entre ésta y Caradoc en el aposento de Manuelita, que relata la mucama.
Para el segundo hemos utilizado como referencia el cuadro “El Boudoir Federal”
atribuido a Cayetano Descalzi y para la tercera el cuadro de Leonie Matthis en
el que se representa el cuarto de Manuelita.
Para documentar esta
parte hemos tenido en cuenta varias fuentes pero fundamentalmente el libro “El caserón de Rosas. Historia y arqueología
del paisaje de Palermo”, escrito por Daniel Schávelzon y Jorge Ramo bajo los
auspicios del Centro de Arqueología Urbna, el 9 de Marzo de 2016, y editado por
la Editorial Corregidor en ciudad de Buenos Aires (República Argentina) en el
año 2009. Remitimos pues a él para aquellos aspectos que el lector quiera
ampliar y para no recargar este capítulo con informaciones que no son directamente
relacionadas con la trama de la novela.
Juan Manuel Ortiz de Rozas,
descendiente de una estirpe nobiliaria española una de cuyas ramas formó parte
de la oligarquía colonial que se constituyó en el nuevo mundo, desde muy joven
manifestó un claro rechazo a su origen renunciando a sus apellidos familiares y
adoptando el apellido Rosas, cuya vinculación con los suyos de nacimiento es exclusivamente
la coincidencia fonética, en el habla argentino, con el que adopta. Esta
tendencia a vincularse con una nueva realidad, la de la naciente república, y
la de recrear una identidad y una historia propia se manifiesta como en ninguna
otra cosa en el impulso y en la ejecución de un recinto de jardines y palacios
lo más parecido posible con lo que son construcciones monumentales destinadas a
la máxima instancia de poder en los países europeos. Juan Manuel Rosas en su
imaginario quiere sustituir lo que en Europa son los palacios barrocos de Versalles,
Caserta, Oriente, La Granja o Aranjuez por el complejo palaciego de Palermo, lo
que después se llamaría Caserón de Rosas.
Caserón. Litografía de Juan León Palliére.
No en balde Schávelzon y Ramo (2009) dicen:
Lo que
hoy son los llamados Bosques de Palermo, uno de los parques más conocidos del
continente, tuvieron su origen en una obra de gran escala que hizo Juan Manuel
de Rosas y sus arquitectos e ingenieros. A lo largo de más de diez años,
adquirió masivamente tierra de ese sector abandonado hasta ese entonces y los
transformó en el primer parque del país. Nunca nadie había intentado siquiera
a escala doméstica una obra de ese tipo. Para ello hizo rellenos de tierra,
lagos, canales, estanques, áreas de flores, de cultivos, caminos y hasta un
estanque artificial en que circulaba un pequeño barco, mientras que los paseantes
veían el paisaje desde puentes y bancos de mármol. Era privado pero a la vez
público porque aún no existía otra manera de serlo.
En el centro
de todo estaba el Caserón, una obra también de gran escala, palaciega, decorada
con lujo y como se describe en base a documentos de su tiempo, lo mejor que se
podía tener en Buenos Aires.
La vida
doméstica estaba claramente organizada, con rituales, fiestas, eventos y hasta
un barco transformado en salón de bailes y para tomar el té.
El Boudoir Federal
Un
boudoir es un tocador femenino de estilo barroco. Es la dependencia donde la tradición y la literatura sitúa las
conversaciones íntimas entre mujeres. Tiene su origen en la arquitectura
palaciega francesa del siglo XVIII, particularmente en el reinado de Luis XVI.
Boudours famosos son el que da nombre a la novela atribuida a Sade “La
Philosophie dans le boudoir ou Les instituteurs immoraux”, que aparte de dar
fama a esta dependencia le atribuye mala reputación, y en menor escala el
Boudoir del Real Casino de Murcia, al que púdicamente en todas partes se llama
tocador, pero es un boudoir.
La
ilustración recupera el papel de los entornos barrocos dentro de la tendencia literaria
que suponen debates y tertulias, y llega hasta el Imperio pasando por la
revolución Francesa. Estas ideas de Ilustración, igualitarismo a través de la
retórica federalista y de cesarismo bonapartista a través de la mística del
imperio son ideas que ilustran la era de Rosas y al propio Rosas. Esta mística
queda plasmada por la pintura atribuida a Cayetano Descalzi que reproduce una
estancia supuestamente existente en el Caserón de Rosas.
En
esta pieza se sitúa la conversación con Camila, en el boudoir privado del que Manuelita
dispone, anexo a su aposento. El ambiente, no la decoración, es supuestamente
europeo. Pero sólo supuestamente, la presencia de elementos “federales” en la
decoración: Una guitarra y un poncho dejados como al descuido, y el inevitable
retrato del padre y césar argentino presente, transforman el conjunto en un
pastiche muy peculiar, similar al que en otro orden se produce en la
indumentaria de los soldados de Rosas que mezcla elementos gauchos con el
tocado frigio, con el quepis o con la
casaca militar estilo segundo imperio. Sin embargo ese carácter federal no ha
impedido un cierto lujo y comodidad en algunos aposentos del caserón, como los
de Manuelita, organizados y decorados según un cierto estilo que remeda a Luis
XVI.
Para seguir leyendo
El libro
Joaquina Plana, Lord Howden y la Torre Caradoc de Murcia
está disponible en Amazon, se distribuye en Internet y en librerías. A partir de ahora, para cumplir con las exigencias de Amazon sólo publicaré en este blog, y en los demás de este proyecto, aquellos fragmentos más interesantes que no rebasen la extensión exigida.
He leído Caradoc, y dice entre otras cosas que su hermano Simón murió pronto, me parece que eso no es correcto. Sobre qué edad calcula que murio
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