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¿Qué se dice de Caradoc? Críticas y reseñas.

 

            Caradoc es un proyecto literario constituido por tres novelas, una trilogía, sobre dos personajes murcianos. Uno de adopción, John Hobard Caradoc, y otra de origen, Joaquina Plana Riquelme. Tiene como escenario la Murcia del siglo XIX y, en menor medida, la del XX. Hay dos novelas cortas más sobre dos tramas laterales de la obra mayor y un libro con datos documentales.

Hay, de la trilogía, dos versiones. Una exclusivamente de texto y otra ilustrada con pinturas del artista murciano Fulgencio Saura Mira, cuya trayectoria y obra es conocida y estudiada.

Todos los libros están editados en modalidad Independently published de Kindle. Pueden obtenerlos a través de Amazon España a través de la página del autor, Miguel Zapata Ros.

Toda la obra tiene como fondo la vida de dos personajes reales: John Caradoc y Joaquina Plana. Él es un aristócrata inglés que interviene en episodios históricos claves para el Imperio Británico. Utiliza para ello sus habilidades galantes. Joaquina es una humilde murciana que por azares de la vida termina trabajando en un café cantante de Cartagena. El romance se produce en una situación crítica para Caradoc en la que es ayudado por Joaquina. Hay varias tramas argumentales. La principal es el romance. Otra es la desaparición en extrañas circunstancias del cuadro del primer Barón Howden, padre del protagonista, obra de Lawrence, y propiedad de la familia Caradoc Plana.

En lo que sigue pueden ver lo que han dicho algunos críticos y académicos de ella.

 

PEDRO GUERRERO

Tribuna libre. Diario La Opinión de Murcia. 27·06·23

https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2023/06/27/caradoc-89165383.html


Caradoc

 

Caradoc es una trilogía novelística cuya primera parte tiene como subtítulo Hacer cualquier cosa para obtener el efecto deseado. Su edición en papel es accesible a través de Amazon, IberLibro y librerías murcianas como Diego Marín. El autor de la obra es el doctor Miguel Zapata Ros, nacido en Murcia, profesor investigador en las Universidades de Alcalá de Henares y de Murcia, así como en el Instituto Interuniversitario de Economía Internacional, y profesor visitante en decenas de universidades europeas, latinoamericanas y de Oriente Próximo. Dada su experticia eminente y puntera en Ciencias de la Computación y nuevas formas de aprendizaje, ha intervenido en programas evaluadores de la Unión Europea, así como en acciones consultivas de la International Commision on Distance Education de New York y en el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas. También lidera la edición de RED. Revista de Educación a Distancia, posicionada en Q1 del ranking científico SJR.

 

Sirva este apunte inicial sobre el intelecto profesional del autor para considerar la arquitectura acendrada de esta narración literaria tanto en la veridicción informativa como en la verosimilitud fabulada que se enmadejan en sus páginas para entretejer el tapiz dinámico de una novela-crónica asomada a historias privadas de alcurnia decimonónica tan desconocidas como trascendentales desde el marco de otras historias menores y corrosivas del último tercio del siglo XX.

 Caradoc es un título patronímico de doble vínculo: por un lado, alude a la torre Caradoc, una de las centenarias Casas-Torre que sobresalían en la fronda murciana por su blasón nobiliario y elegante grandeza, como las antiguas villas romanas, y que aquí dieron nombre a muchos de los carriles de la huerta. Por otro lado, nombra al protagonista de la novela, John Caradoc, un aristócrata inglés cuya apuesta semblanza se adivina a partir del egregio retrato de su padre, el primer Barón Howden, que, para intriga del lector, se escondía en una cuadra de animales.

Caradoc es un personaje de oficio poliédrico cuyo interesante itinerario vital sirve al autor para retratar esmeradamente las costumbres e ideas de un linaje hoy agrietado y ausente, como las paredes de su Torre, dado que en la diégesis despliega labores de espía y diplomático seductor de damas de la alta sociedad, llegando a ser incluso amante de la reina Isabel II de España, esposo de la mítica -bellísima y cosmopolita- princesa Bragation, y donjuán de la señorita Manuelita, hija del general de Rosas, para dar término maquiavélico a su férrea determinación política de ayudar al Imperio británico en asuntos internacionales tan peliagudos como la Revolución de 1854 -la Vicalvarada- o el bloqueo del estuario del Río de la Plata que les beneficiaría para comerciar con sus productos en Argentina.

Las relaciones epistolares dan, a menudo, soporte verbal a estos escarceos engarzadas en el discurso de un narrador omnisciente que orquesta con soltura el sentido del pensar, sentir y hacer de estos y otros muchos personajes novelados que proceden de estratos sociales muy diversos, hurgando en su pasado y su futuro como los dedos en las teclas de un acordeón a merced del sístole y diástole del tiempo. A este narrador cronista el autor lo ha dotado de la piedad cervantina que hace amable la lectura de sucesos y folletines en danza de ricos y pobres y que permite hacer gala del también cervantino tesón estilístico por dar a cada figura el registro verbal propio de su vida y pasiones y los términos justos que argumentan su causa y su lógica en el mundo. Algunos de estos personajes arrastran un destino terrible, impuesto por encima de su intención y discernimiento. Su lección humana sigue vigente para este siglo y estoy persuadido de que darán ritmo crítico a quienes imaginen la evocación y la sugestión que siembran sus líneas.

Un personaje crucial en la vida de Caradoc fue Joaquina Plana, joven murciana de origen humilde y gran belleza que se buscaba la vida en un café cantante de Cartagena. Su romance maduro con Caradoc surge en un momento crítico del argumento que no revelamos a los lectores porque acrecienta la intriga de la obra. Su final abrupto y la expectación del amor en contrapunto de tan humilde mujer con hombre tan ilustre, unidos al puzzle en construcción de sus asincronías, ponen puntos suspensivos que llaman al lector que se emociona descubriendo incógnitas.

Esta novela desmonta dos tópicos genéricos: uno es el tedio que se atribuye a las crónicas, pues esta se lee de un tirón y con interés creciente; el otro es la idea de que las crónicas describen sucesos y figuras con presunta distancia, dado que este narrador, aunque nunca abandona la tercera persona ni la documentación epistolar, ésta es tratada artísticamente para alegorizar una visión crítica que huye de la certeza de lo obvio y del dogma de lo único previsible, en suma, de la objetividad. La historia no es objetiva, y menos aún la intrahistoria novelada.

Lo que Hobbes escribió en su Leviatán acerca de la concepción de Tucídides sobre el ensamblaje de la historiografía y la política –“no impone preceptos sino que ayuda a buscarlos, usando de un gracioso estilo narrativo. Su preocupación máxima consiste en establecer los motivos de la acción, y entre ellos los más poderosos son las pasiones”- podríamos aplicarlo como pórtico intertextual a la poetología de esta novela, que no impone tesis, sino que ayuda al lector a crear hipótesis desde su propio horizonte de expectativas personales. Precisamente porque John Caradoc fue un donjuán, este relato metaforiza un retrato social sobre el poder de la pasión como dimensión profunda del discurso humano.

En el prólogo de esta primera parte de la trilogía Caradoc se apostrofa el valor de ese otro elemento narrativo que, por tácito, no suele inspirar reflexión en las novelas: el lugar. Este sostiene la expansión y la intimidad de quienes lo habitan. Y, cuando ya son fantasmagoría, permanece como alma y señuelo para quien quiera indagar en los vestigios de su historia interior, como ha hecho Miguel Zapata, alimentado en su fervor infantil por la Torre Caradoc, aquella “bella mansión en ruinas en lo profundo de la huerta”, y en su romanticismo adulto por seguir, paso a paso, la estela heurística de lugares y figuras cosmopolitas vinculados a quienes la crearon, consiguiendo así el efecto deseado. Es de justicia significar el mérito loable de su investigación extremadamente especializada y profunda en su labor documental y recomendar la lectura de esta primera parte de la trilogía Caradoc que, como las buenas novelas, incrementa poderosamente su causal intrigante en capítulos y entregas sucesivas. Su género y estilo tan singulares también son valiosos por dar pálpito nuevo a la siempre necesaria narrativa comprometida con el patrimonio murciano, pues su logro literario bien podría ser un ejemplo educativo para quienes quieran ilustrarse apasionadamente y busquen cómo soñar sin olvidar sus raíces.  

 Pedro Guerrero Ruiz

Semblanza de Pedro Guerrero

Pedro Guerrero Ruiz es

Catedrático de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Murcia, es miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y miembro electo de la comisión de academias para el estudio de la Ortografía y la nueva Gramática de la Lengua Española. Ha sido invitado, para dar cursos o conferencias literarias y recitales de poesía, a las universidades de Columbia, Kentucky, Boston, Harvard, Asbury, Transylvania, Georgetown, Arizona, Glasgow, Indiana, Davidson, Toronto, Miami, Berna, Lausanne, La Habana, Nazareth, St. John’s, Niagara, Monroe o Cincinnati. Así mismo ha dirigido 34 tesis doctorales y ha publicado una treintena de libros de investigación, ochenta capítulos de libro y ciento veinte artículos en revistas de impacto.

 

JOSÉ ANTONIO ALONSO NAVARRO

Reseña de la novela de Miguel Zapata Ros: "CARADOC" (I y II parte)

José Antonio Alonso Navarro

 ÑEMITỸRÃ, Vol. 5, Núm. 2 – AGOSTO 2023

 Revista Multilingüe de Lengua, Sociedad y Educación

 DOI: https://doi.org/10.47133/NEMITYRA2023d11-2A12

  

El profesor Miguel Zapata Ros es de esos hombres que destacan a primera vista porque habiendo dedicado toda una vida al estudio de la Ingeniería Informática, a la Informática Pluridisciplinar, a las Tecnologías de la Comunicación, a las Ciencias Experimentales y a la investigación científica en general, un día decidió alternar su coqueteo con la razón epistemológica de la ciencia y su lenguaje con el alma platónica de la literatura y su rica dimensión semántica y cultural tras casarse con la novela. Fruto de esa etapa tan vital como proyectiva, cristalizaron algunas obras literarias, entre ellas, las dos partes de su novela Caradoc. Parece, por lo tanto, que el profesor Zapata abandonó temporalmente los números, los algoritmos, las aplicaciones informáticas y los dispositivos computacionales para aventurarse en la creación literaria alumbrando una novela bien hecha, coherente, unitaria, llena de personajes reales y ficticios, y forjando una trama tan interesante como penetrante. La primera parte de la novela está acompañada de un epígrafe que reza así: “Hacer cualquier cosa para conseguir el efecto deseado”, y la segunda parte de la misma, en su deseo de mantener una misma línea de coherencia con relación al título, está acompañada de otro no menos intrigante o sugerente título que dice así: “Jugando con los sentimientos de las mujeres”.

La primera parte de Caradoc fue publicada en el año 2019, un año de cierta resonancia histórica e intrahistórica puesto que con él vino la pandemia del COVID-19 con tanto misterio arcano como vino también entre los años 1347 y 1353 la peste bubónica o peste negra; y la segunda parte de la misma vio la luz en el año 2021, un año algo convulso, sin duda alguna, por los cambios tan radicales que trajo en su esquivo zurrón la susodicha pandemia global. Ambas entregas literarias están disponibles en la plataforma Amazon- Kindle junto con una interesante biografía del autor de Caradoc que podemos resumir así: “Miguel Zapata Ros es profesor en las universidades de Alcalá de Henares y de Murcia e investigador de estas universidades y del Instituto Interuniversitario de Economía Internacional. Recibió el título de doctor en Ciencias de la Computación en la Universidad de Alcalá de Henares y el de licenciado en Matemáticas, especialidad en Probabilidad, Estadística e Investigación Operativa, en la Universidad de Valencia. Desde 1984 a 1994 ha trabajado para el Ministerio de Educación español, coordinando programas de integración de las tecnologías digitales. Ha participado en programas institucionales de la Unión Europea de evaluación de la calidad en estudios de grado y de postgrado en línea.

Es profesor y coordinador desde 2006 del Máster Universitario en Informática Pluridisciplinar de la Universidad de Alcalá de Henares en la especialidad en enseñanza y aprendizaje electrónicos. Ha sido profesor visitante y asesor de universidades en Latinoamérica, Europa y Asia, y en su momento fue el fundador de RED, Revista de Educación a Distancia, así como el editor de la Revista Española de Docencia Universitaria (RED-U). Por último, ha escrito más de 200 publicaciones arbitradas sobre enseñanza, aprendizaje en entornos digitales, docencia universitaria y cambio de paradigma”.

Alternándose con las entregas anteriores encontramos otra novela relacionada con el mundo de Caradoc que lleva por título Joaquina Plana, Lord Howden y la torre Caradoc de Murcia, disponible igualmente en Amazon. Fue publicada en 2018, y la misma retoma algunos de los personajes que aparecen en las dos partes de Caradoc y a los que vamos a referirnos a continuación. Como filólogo, doctor en Filología Inglesa y especialista en literatura medieval inglesa e irlandesa, me llamó de manera especial el título: Caradoc, y me vino a la mente un personaje legendario emparentado con los reyes de Gwent de nombre Caradoc Vreichvras (“Caradoc Brazofuerte”). En la Edad Media Gwent fue un reinado galés que estaba situado entre los ríos Wye y Usk. Su aparición tuvo lugar desde el fin de la dominación romana en Britania en el siglo V aproximadamente hasta la invasión normanda de Gales en el siglo XI.

Es posible que Caradoc Vreichvras viviera durante los siglos V o VI. En el Mito artúrico o en la vasta colección de historias relacionadas con Britania y sus reyes y héroes legendarios, como el rey Arturo, aparece como un caballero de la Tabla Redonda conocido como Carados Briefbras (“Carados Brazocorto”). Sin embargo, a lo largo de la historia han existido muchos otros personajes que ostentaron ese mismo nombre o nombres similares, como el héroe britano Carataco (en latín Caradoc), hijo del rey Cunobelino, que actuó como caudillo de los catuvellaunos, una tribu celta-belga del sureste de Britania antes de la conquista romana, y líder de la resistencia contra los romanos invasores; o Cerdic de Wessex (en latín Cerdicus), el cual es descrito en la Crónica Anglosajona como el caudillo del asentamiento anglosajón de Britania y como el fundador y primer rey de Wessex, el cual reinó desde el año 519 hasta el 534 d.C.

Lo interesante también de este nombre propio, de Cerdic, es que es posible que proceda del nombre Ceretic, que sea de origen britónico, no germánico, y que se derive del nombre Caratīcos o Corotīcos. En la obra de Geoffrey de Monmouth, Historia Regum Britanniae, Caradocus es un gobernante de Cornualles bajo el poder de Octavio que murió durante el reinado del emperador Magnus Maximus. Y adentrándonos en el mundo del fabliaux medieval europeo o de sus bourdes (o historias cómicas), sería igualmente oportuno destacar la aparición de un singular personaje de nombre Caradoc que aparece en la obra del escritor anglonormando del siglo XII Robert Biket: Lay du cor. Esta obra de menos de 600 versos se escribió en Inglaterra hacia 1170-1180, y parodia o satiriza los ideales de los caballeros medievales al contar la historia de un cuerno que se rehúsa a servir su contenido a los maridos cornudos, todos ellos caballeros de la tabla redonda, entre los que se encuentra el propio rey Arturo. Solamente hay un caballero que no ha sido engañado por su esposa: el caballero Caradoc. Esta obrita se conserva en un manuscrito de finales del siglo XII que se encuentra en la Bodleian Library de la Universidad de Oxford: Digby MS (86). Por otro lado, un dato curioso es que, en el Barrio el Progreso perteneciente a la pedanía de San Benito, en el Municipio de Murcia, llamado en un tiempo Barrios de las Ranas, existe una torre conocida como la Torre Caradoc, un antiguo caserón del siglo XIX situado en una huerta.

En las dos partes de la novela Caradoc del profesor Zapata Ros, Caradoc, sin embargo, hace referencia a uno de sus personajes principales: John Caradoc, que, curiosamente, tuvo un papel destacado en la historia porque fue un personaje real que se alterna o actúa a la par con otros personajes reales con los que va a interactuar vívidamente a lo largo de las dos partes de la novela, como la murciana Joaquina Plana Riquelme. Pero, ¿quién fue este John Caradoc que copa ambas entregas, y en torno al cual giran una serie de situaciones tan intrigantes como azarosas? La historia nos cuenta que el irlandés John Hobart Caradoc (Dublín 1799-Bayona 1873), segundo barón Howden, fue ministro plenipotenciario británico en la embajada británica de Madrid desde 1850 hasta 1858. John Caradoc fue, además, un par británico, es decir, un alto miembro de la nobleza británica, desde 1819. John Caradoc se destacó como político y soldado en la batalla de Vinegar Hill (1798), Enniscorthy, condado de Wexford, en el marco de la rebelión irlandesa. En 1830 contrajo matrimonio con la princesa Catherine Bagration (condesa Skavronskaya). Su padre, el general John Francis Cradock, primer barón Howden (1759- 1839), fue también un par británico (ingresó en la Cámara de los Comunes irlandesa para Clogher en 1785), además de político y soldado, el cual comandó el décimo tercer regimiento en las Indias Occidentales (Antillas y Bahamas) en 1790, y en 1793 un batallón de granaderos. Cradock. Su abuelo, John Cradock (¿1708?-1778), fue arzobispo de Dublín desde 1772.

John Hobart Caradoc intervino en acontecimientos históricos de enorme significación histórica para Gran Bretaña. Mencionamos el bloqueo del estuario del Río de la Plata en Argentina, la revolución de 1854 en España, las guerras napoleónicas, las guerras del Norte, la restauración de la monarquía en Francia después de Napoleón, y el Congreso de Viena, entre otros. El bloqueo francés al Río de la Plata, por ejemplo, comenzó entre el 28 de marzo de 1838 y el 29 de octubre de 1840. Durante este tiempo la escuadra francesa impidió cualquier relación comercial con Buenos Aires y los puertos fluviales de la denominada Confederación Argentina. El motivo fue la negativa del gobernador de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas (1793-1877) a aceptar eximir a los súbditos franceses residentes en Buenos Aires y con propiedades allí, de realizar el servicio militar, y que Francia recibiera como nación un trato de favor por parte de la Confederación Argentina. Juan Manuel de Rosas se amparó en un decreto de abril de 1821 en virtud del cual el gobierno de la provincia de Buenos Aires extendía la obligación del servicio militar a los extranjeros “propietarios de bienes raíces o tiendas, que tuviesen profesión liberal o que ejerciesen arte mecánica”, y a todos aquellos que hubiesen residido más de dos años consecutivos en la provincia.

De manera adicional, otra ley de 1823 obligaba a los extranjeros en tránsito en las milicias en caso de inminente peligro a realizar el servicio militar. No obstante, debido al apoyo que los británicos habían concedido a la independencia de Argentina, los súbditos británicos estaban exentos de cumplir el servicio militar en Buenos Aires. Todas estas circunstancias provocaron una reacción inmediata por parte de Francia que trató de fomentar numerosos movimientos revolucionarios en el Uruguay en la provincia de Buenos Aires, entre otras acciones hostiles. En cuanto a la revolución de 1854, esta se inició cerca del pueblo madrileño de Vicálvaro tras el enfrentamiento entre las tropas del sublevado general Leopoldo O´Donnell y las tropas gubernamentales. Este pronunciamiento militar fue seguido también por un levantamiento popular acaecido entre el 28 de junio y el 28 de julio de 1854 bajo el reinado de Isabel II.

John Hobart Caradoc aparece de esta manera como uno de los protagonistas centrales de ambas novelas en torno al cual se concitan, como dijimos más arriba, otros personajes no menos importantes, como el de Joaquina Plana Riquelme, un personaje muy importante en la vida de Caradoc, en especial, en los momentos más difíciles de su vida. Joaquina fue una humilde murciana (“huertana” en palabras del autor) que por circunstancias de la vida terminó trabajando como actriz y cantante en un café de Cartagena. El autor no se demora mucho en presentar a estos dos personajes, y lo hace al comienzo mismo de la primera parte de una novela que sabe a “crónica” y a “trabajo de investigación”:

Baste decir que a través de distintas circunstancias me he encontrado con una serie de datos, con retazos de hechos, descritos y valorados desde distintas perspectivas, que me han puesto delante de unas vidas apasionadas: las de Joaquina Plana, una humilde huertana, y John Caradoc, un noble inglés con gran influencia en el mundo de su época y aún en el actual. He contrastado las informaciones obtenidas, verificando con la información de que he dispuesto fechas, personajes y hechos. He aceptado aquellos que son consistentes, o que coinciden en dos o más documentos. Con todo ese material he escrito otro libro. El resto, lo que no está documentado hasta ahora, lo he completado de manera compatible con lo que es crónica, y constituye la fabulación del autor, lo que humildemente podemos considerar la creación literaria.

La historia y las dos partes de Caradoc nos dicen que Joaquina tuvo con él una relación sentimental intensa, y se mantuvo fiel y unida a él cuando este cayó en desgracia después de la revolución de 1854 y en sus últimos momentos en Murcia y Bayona, momentos en los que el aristócrata inglés carecía de dinero y estaba enfermo. Caradoc había sido expulsado por Narváez por inmiscuirse más de lo que hubiera sido deseable en los asuntos de estado concernientes a España. Esto ocurrió en circunstancias adversas en las que el segundo barón Howden contaba con problemas de salud, y se había retirado de la diplomacia sin derecho a pensión. Joaquina no llegó a casarse oficialmente con él, pero si existen testimonios históricos fehacientes de que Caradoc se divorció de su esposa mencionada más arriba: Ekaterina Pavlovna Skavronskya, princesa de Bagration e hija del conde Pavel Vassilievich Skavronsky. La convivencia de Caradoc con su esposa fue compleja y poco duradera. La princesa de Bagration fue una mujer refinada, exquisita, libertina, extravagante (en especial en los últimos momentos de su vida) y muy bien relacionada con algunos de los personajes políticos, intelectuales, militares y sociales más destacados y notables de su época, como, por ejemplo, Goethe, Balzac, Víctor Hugo, Mijaíl Bulgákov, el arquitecto Metternich, Catalina de Rusia o Gregorio Potemkin.

Ekaterina fue, además, una mujer poco común para la época que no se dejó amilanar por las estrictas convenciones sociales de la época, y se mostró siempre emancipada e independiente, en especial en las lides del amor y en su relación con los hombres, a los que escogía o bien como amigos o bien como amantes. Parece que Víctor Hugo se dejó inspirar por ella, pues aparece en algunas de sus obras bajo nombres y personajes diferentes. Asimismo, Ekaterina recibió una esmerada educación en la corte de la emperatriz Catalina II y de la emperatriz María Feodorovna, respectivamente. En los últimos momentos de su vida la princesa de Bagration se destacó por mostrar públicamente una conducta inusual para una dama de su condición y clase, lo que llamó la atención de la sociedad de su época y provocó comentarios desopilantes y no exentos de malicia, en especial cuando llegó a aparecer despampanante ante notorios personajes públicos vestida de ninfa. La princesa de Bagration murió en Venecia el 11 de junio de 1857. John Hobart Caradoc no fue feliz con Ekaterina, pero sí lo fue, y mucho, con Joaquina Plana Riquelme, según atestigua la historia y las dos novelas de Caradoc en boca de los amigos británicos del propio Caradoc.

Los amigos de Caradoc pudieron comprobar de primera mano esta radiante felicidad en la pareja en un lugar mágico y reverberante como la Torre Caradoc. Asimismo, me consta que el famoso periodista de ABC y Blanco y Negro, dibujante y académico de la Real Academia Bellas Artes de San Fernando nacido hacia 1884 en la localidad lucense de Monforte de Lemos, don Antonio Méndez Casal, dio cuenta de la dicha entre Caradoc y Joaquina en un artículo publicado en ABC. Parece, además, que John Hobart Caradoc dejó en herencia a Joaquina los bienes materiales que poseía, entre ellos la Torre Caradoc, torre que mandó construir, si no estoy errado, después de conocerla, y que estaba situada cerca de la Ermita del Rosario. Sin embargo, en las dos partes de Caradoc, suceden muchos eventos de importancia más, como la desaparición en misteriosas circunstancias de un cuadro del primer barón Howden, padre de John Hobart Caradoc, pintado por Thomas Lawrence (1769-1830). Para entender la importancia de este hecho, hay que considerar la fama de la que gozaba este pintor inglés nacido en Bristol, y que desde niño había sobresalido como un magnífico pintor, especialmente como retratista. En 1794 Lawrence fue nombrado miembro de la Royal Academy, institución en la que había estudiado algún tiempo, y en 1815 el rey Jorge III le concedió el título de Sir. Lawrence fue un pintor de estilo romántico, elegante y de buen gusto muy cotizado en su época. No es de extrañar que la desaparición de uno de sus cuadros, el retrato del primer barón Howden, causase cierto revuelo. Lawrence fue el autor de La señora Peel, John Fane, X conde de Westmoreland, o El papa Pío VII y el archodique Carlos de Austria.

En alternancia con los personajes principales, en las dos partes de Caradoc aparecen otros personajes secundarios, como el de Isabel II que sirve fundamentalmente para contextualizar la primara parte de Caradoc y otorgar al conjunto de la novela cierto sabor y sazón histórico. Al fin y al cabo, los personajes principales viven durante parte de su mandato. Isabel II (1830-1904) fue reina de España entre 1833 y 1868. Su aparición en la escena pública como monarca provocó que Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII y tío de Isabel II, se alzara contra ella apoyado por los llamados “carlistas”. Isabel II fue la hija del rey Fernando VII y de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias (su cuarta esposa). Isabel II ascendió al trono el 29 de septiembre de 1833 después de morir su padre Fernando VII, pero como contaba tan solo tres años de edad su madre María Cristina de Borbón fue nombrada regente del reino. Al cumplir la mayoría de edad, el 10 de noviembre de 1843 Isabel II juró la Constitución ante las cortes. Parece ser que el hecho de querer postularse como presidenta del gobierno derivó en la Revolución de 1868. Sin embargo, es de destacar que España sufrió una etapa de modernización importante, como la creación de la red ferroviaria, la construcción del Canal de Isabel II, el trazado de carreteras y puentes, la señalización de costas y la apertura de las universidades que Fernando VII había cerrado. Tras la Revolución de 1868 Isabel II abandonó España y se exilió en Francia donde recibió el apoyo de Napoleón III y de Eugenia de Montijo.

La primera parte de la novela se divide en ocho (8) capítulos seguidos de un prefacio. Los 5 primeros están dispuestos por fechas claves destinadas a presentar en parte a algunos de los personajes y sus circunstancias personales históricas e intrahistóricas (como el de Joaquina Plana Riquelme). El primer capítulo se centra en diciembre de 1972; el segundo, en noviembre de 1977; el tercero, en febrero de 1859; el cuarto, el 30 de julio de 1847; y el quinto, el 16 de agosto de 1854. El capítulo sexto se ocupa de Isabel II; el séptimo presenta a Joquina Plana Riquelme; y el octavo presenta y describe el café de cante de Cartagena. La segunda parte de Caradoc contiene también un prefacio en el que se lleva a cabo una detallada descripción del militar y diplomático británico a cargo de Alejandro Alonso y consta de siete (7) capítulos.

El primer capítulo se centra en un personaje llamado Pepa la Malagueña (Josefa Montenegro); el segundo se ocupa de una fecha como marzo de 1924; el tercero lleva por título El encuentro y se centra en julio de 1858; el cuarto lleva por título La enfermedad y en agosto de 1858; el quinto lleva por título La recuperación; el capítulo sexto lleva por título El tren a Murcia; y el séptimo El statu quo. Otros personajes que se concitan en las dos partes de Caradoc (algunos sirven como entrada dentro del menú de ambos relatos) son Perico el conejo, Anita (una secretaria), Juan Pérez el Coscorrones, Zacarías, Rosa Lozano Pagán, don Juan Pérez Belando, Juan García Torres, Eugenia (Genny), Christian Franzen, Ángel, Lady Theodosia Meade, Naopoleón, Arthur Wellesley, Sir Thomas Maitland, Lord Cunning, Jean Hanoteau, Karl Marx, Juan Manuel de Rosas y su hija, Manuelita Rosas, Josefa Montenegro (ya mencionada), el Duque de Infantado, Otway, Doña María Cristina, etc. En cuanto al estilo de los dos partes de Caradoc destacamos las siguientes características:

- Ambos relatos amalgaman historia con ficción histórica, o viceversa.

- Se recurre a los diálogos para dinamizar la narrativa y como reflejo de la personalidad y condición social y cultural de los personajes.

- Los diálogos pueden ser coloquiales o informales o cercanos a la jerga o “antilenguaje”.

- El estilo de ambas entregas de Caradoc es propio de un libro o manual de historia, una enciclopedia, una crónica histórica o un trabajo de investigación de campo. Una primera prueba de ello podría ser el uso de notas a pie de página que se despliegan en la primera parte de Caradoc: 1 El 19 de diciembre de 1831 su nombre fue cambiado legalmente a John Hobart Caradoc, por un afán de su padre de enlazar su nombre y su linaje con el héroe celta Caractaco, caudillo de los catuvellani. Su padre, que recibió el título de nobleza del Reino Unido en los honores de la coronación, cambió el nombre de la familia, ridículamente, a Caradoc en enero de 1832, habiéndose convencido de que descendía de Caractaco, también llamado Caradawc; una segunda prueba, las citas a las que recurre el autor de Caradoc como prueba de autoridad o testimonio histórico: Sydney Smith observó que "hay algo en él, de lo cual no es consciente y por tanto no controla” y Lady Holland, pasado el deslumbramiento inicial, dejó caer que “deslumbra, pero no ilumina”; y una tercera prueba, la recurrencia a fuentes primarias como cartas: Alors qu'il n'était que ministre à Dresde, M. de Metternich s'était pris de passion pour une belle russe, la princesse Catherine Pavlovna Bagration, femme du général qui, à la tête de l'une des armées moscovites, devait périr en 1812 d'une blessure reçue à la bataille de Borodino, u opúsculos como Los salones del pasado. Memorias íntimas: «Qu'on se figure un jenne visage, blanc comme l'albâtre, légèrement coloré de rose, des traits mignons, une physionomie douce, expressive et pleine de sensibilité, un regard auquel sa vue basse donnait quelque chose de timide et d'in certain, une taille moyenne mais parfaitement prise, dans toute sa personne une mollesse orientale unie à la grâce andalouse».

- El estilo, además, es claro y ameno, y recoge elementos culturales o culturemas que ayudan a entender el componente histórico, social, político y cultural de ambos relatos. Tales culturemas recogen personajes históricos de las diferentes épocas que aparecen en ambos relatos, intelectuales y escritores (como el poeta Percy Bysshe Shelley, Byron, Godwin, Hunt, Mary Shelley-Harriet Westbrook), obras literarias (como Prometheus Unbound), obras artísticas, instituciones políticas, sindicatos, marcas de coche, palacios (como el Palacio de Guilhou), pueblos (como Chamartín de las Rosas), barrios, lugares o zonas geográficas (en España: Murcia, Cartagena, castillo de San Julián; Inglaterra: Londres, Eton; Portugal-Lisboa; París; Malta; El Cabo; Egipto; Grecia; Turquía; San Petersburgo; Buenos Aires), calles (del Osario), carreteras, autovías, bares, y otros referentes culturales en un marco temporal sincrónico (transversal) y diacrónico (longitudinal).

- Llama la atención la relación entre los cronotopos y el léxico empleado.

- La primera parte de la novela está escrita en tercera persona gramatical (muy cercana, creemos, al narrador heterodiegético).

- Este narrador que hace uso de la tercera persona gramatical salta de un personaje a otro. Tan pronto nos cuenta algunas anécdotas o vicisitudes propias de Lord Howden (amante de Joaquina Plana Riquelme) como pinta y describe un cuadro en el que está enmarcado Juan García Torres.

- Un aspecto muy dinamizador de la primera parte de Caradoc es su frecuente salto en el tiempo: de la etapa contemporánea al pasado (flashback-analepsis) fundamentalmente.

- El autor de Caradoc gusta de trazar y delinear muy bien sus personajes abundando en su contexto cultural, histórico, social y cultural.

- Asimismo, el autor de Caradoc le complace incorporar en su narración numerosos extranjerismos, bien sean latinismos del tipo rara avis bien anglicismos del tipo blend, jet set, y lo hace siguiendo las normas y convenciones del DRAE a tal efecto.

- En la narración de las dos partes de Caradoc descollan abirtamente dos tipos de descripciones: la effictio o prosopografía y la etopeya. Estos dos tipos de descripciones se aplican muy bien en las descripciones de los personajes principales: de John Hobart Caradoc y de Joaquina Plana Riquelme, y de otros personajes secundarios, pero no menos relevantes, como Ekaterina Pavlovna Skavronskya, Josefa Montenegro, etc.

 

Ejemplo 1:

John Hobart Cradock, cuando utilizaba ese apellido todavía, mostró una gran habilidad lingüística en el periodo de su primer aprendizaje, cuando sus padres lo internaron en Eton. Esta habilidad, junto con las relaciones adquiridas en este periodo, le sería de gran utilidad y se manifestaría en su carrera, no solo el dominio de idiomas, particularmente el español y el francés que utilizaría como suyos, sino en una más que corriente habilidad para la persuasión y para la diplomacia, pero también en el cortejo a las mujeres. Recuerda, sonriendo para sus adentros, las leyendas y comidillas que circulaban sobre este tema en su estancia en París. Realmente sobre este talento que Dios le había concedido no se podía quejar. De hecho, como demuestran las misiones que le encomendaron, el aspecto galán era un factor fundamental en la resolución de los problemas políticos o diplomáticos.

 

Ejemplo 2:

En este capítulo tenemos varios ejemplos de ese hecho. Sus protagonistas encarnan esos conflictos morales. Uno de estos personajes es una mujer: Josefa Montenegro. Es un personaje perverso en extremo, no sólo al uso de la época, según las convenciones, sino incluso según criterios que las transcienden. Se podría considerar pues un ejemplo de vicio, de maldad y de depravación en cualquier época. Sin embargo, no sólo ella misma y sus más próximos, sino la sociedad y la historia han considerado, en buena parte, su obra, ya que no a su persona, loable y ejemplar, y así está atestiguado por muchos y escrito en documentos y en relatos. El personaje al que nos referimos quizá en algunos sitios puedan localizarla por su sobrenombre: Pepa la Malagueña.

 

Ejemplo 3:

Por contrapartida, este capítulo tiene otro protagonista. Es el Duque de Infantado. Un personaje de estricta moral, y de una inmensa responsabilidad en la historia y en el mundo de las ideas, de las ideas tradicionales y conservadoras en nuestro país, todo ello a fuer de ilustrado. Pues bien, este personaje conservador, de una estricta moral que defiende con vigorosos argumentos en los foros y en los ámbitos públicos, es capaz como veremos de someterse a las más grandes sevicias morales, carentes de razón y de lógica.

Y ahora, algunas palabras del prefacio de la primera parte que explica la motivación de Caradoc en sus dos partes como obra literaria:

Muchas veces las fachadas de las casas, los imafrontes, las esculturas que los adornan o la decoración de espacios comunes que los llenan, han sido la manifestación más o menos explícita de un amor, de una ambición, o la ostentación de un poder personal. Cuando abrimos las páginas de una novela sabemos que hay una historia de una pasión. Pero ¿cuántas veces no habremos pasado frente a un edificio singular ignorando lo que hay detrás? Uno de los propósitos de este libro es desentrañar las pasiones que llevaron a escribirlas en una de estas mansiones, los sentimientos que hay escritos detrás de su fachada y en ésta. La infancia y la juventud de quien les escribe han estado vinculadas a una dirección, mejor a una palabra en una dirección: “caradoc” ¿Quién o qué cosa es “caradoc” o “cáradoc”? Cuando se escribían cartas en papel, era una parte, una línea, en la dirección del sobre de la carta o en el remite, pero era también una bella mansión en ruinas en lo más profundo de la huerta, con su carga de misterio e intriga.

Finalmente, para concluir, podría añadirse que Miguel Zapata Ros es, en cierta manera, una rescatador de la historia como disciplina, historia a la que hace pasar por un filtro, quizá periplo de fabulación literaria, con el objeto de ofrecer al lector una obra entretenida, didáctica, histórica y moral, y digo moral porque en la segunda parte de la novela Joaquina Plana Riquelme da lo mejor de sí misma como ser humano, de manera especial en la última etapa de la vida del segundo barón Howden. Además, en las dos entregas de la novela Caradoc el autor nos hace saber de qué pasta o materia está forjada la naturaleza humana, mostrando sus virtudes y sus pecados junto con sus anhelos e inquietudes, sus sueños y ambiciones, sus actos y sus consecuencias, en definitiva, su vida y su muerte.

 

Vídeo con presentación de la reseña:

Viernes 1 de septiembre de 2023.

Youtube. Enlace empezando por el minuto 25:56

https://www.youtube.com/watch?v=UZ09nnW6-FE&t=1556s


Semblanza de  José Antonio Alonso Navarro

DOI: https://doi.org/10.47133/NEMITYRA2023d11-2A12

Universidad del Norte, Paraguay

https://orcid.org/0000-0002-7041-8803

e-mail: meildeja@yahoo.com

José Antonio Alonso Navarro (Madrid, 29 de octubre de 1965), es filólogo, profesor universitario de lengua y literatura inglesa y literatura europea en general, medievalista, traductor y escritor español.

Doctor en Filología Inglesa por la Universidad de La Coruña y Licenciado en Filología Inglesa por la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido profesor de inglés en instituciones universitarias españolas y profesor de inglés, literatura inglesa y comunicación en universidades latinoamericanas. En la actualidad, sigue desempeñándose como profesor universitario y traductor de obras medievales inglesas.

El 21 de marzo de 2017 el Señor Nick White, Encargado de Negocios de la Embajada del Reino Unido acreditada en Asunción, otorgó al Doctor José Antonio Alonso Navarro en representación del Excelentísimo Señor Embajador del Reino Unido, Doctor Jeremy Hobbs, un certificado de honor por su contribución a la traducción y difusión de la literatura medieval inglesa tanto en España como en Paraguay durante casi más de veinte años.

Actualmente se desempeña como profesor e investigador en las Universidades Nacional de Asunción y del Norte, Paraguay.

 

  

ANDRÉS MONTANER

Andrés Montaner. La Verdad. Suplemento Ababol. 13-11-21

Paseando por las murallas de Cartagena a pleno sol primaveral  un personaje compareciente recuerda su vida: se trata del apuesto y experto Caradoc. Pero ¿quién es este hombre? Caradoc es el nombre de una bella mansión en ruinas de la huerta murciana que hizo las delicias de la infancia del autor; en cuya imaginación era un palacio o una torre mora. Zapata, llevado por su interés hacia este nombre y por su inventiva, fabula en este libro sobre el personaje histórico de Sir John Howard Caradoc. El autor afirma dirigirse a un público de calidad y que consigue que tengamos un rato de lectura distraída. Andrés Montaner.

 

Andrés Montaner es

Beca Curie

PROFESOR CONTRATADO DOCTOR, DIDÁCTICA DE LA LENGUA Y LA LITERATURA (ESPAÑOL, INGLÉS Y FRANCÉS). Universidad de Murcia

  

ALEJANDRO JAVIER ALONSO

Caradoc: Un retrato minucioso del militar y diplomático británico

Blog

Literatura,educacióny sociedad



Caradoc, de Miguel Zapata Ros, es una rara avis. El autor emprende con esta obra un género diferente, un blend entre ficción histórica y manual de historia, utilizando adrede y de manera exitosa el tono farragoso de los artículos académicos de las ciencias sociales, sin concesiones con la fluidez literaria esperable en una novela histórica tradicional.

Y el mérito no es menor: muchas veces, cuando uno verifica el estado de hibridez entre ficción histórica y manual de historia de un escrito, en general termina tratándose de una novela histórica fallida, donde se advierte el estilo tambaleante de un escritor en ciernes. Pero éste no es el caso. Ni es una obra fallida, ni el autor muestra un estilo tambaleante. Es otra cosa. Algo distinto. Un posible nuevo género, para un posible nuevo lector.

Lo dicho puede ser fácilmente contrastado con lo expresado en otro libro de no-ficción del profesor Zapata Ros: Joaquina Plana, Lord Howden y la Torre Caradoc de Murcia, editado electrónicamente.

La mencionada elección narrativa obedece a la abrumadora precisión con la que el autor quiso retratar los hechos históricos que dan soporte y verosimilitud a las fabulaciones sobre la vida del noble británico John Caradoc —militar, diplomático y hombre del jet set de mediados del siglo XIX, participante ineludible de varios procesos históricos en América Latina y Europa—, quien es el protagonista de la obra. Esta puntualidad obsesiva y a la vez expansiva (porque el autor no se limita a retratar un ítem puntual, sino que traza un círculo amplio en derredor de él) está en los escenarios sobre los que se desarrolla la narración (Murcia, Buenos Aires, Cartagena, Londres…) y en los personajes que se alternan en los distintos capítulos, a veces de manera incidental, pero manteniendo la densidad histórica. Tal el caso de Karl Marx, Juan Manuel de Rosas y su hija, la esposa de Caradoc, Ekaterina Pavlovna Skavronskya, y su amor otoñal, Joaquina Plana Riquelme, e incluso Isabel II, Reina de España, por mencionar unos pocos.

Con un indiscutible estilo propio, donde prácticamente cada frase encierra multitud de detalles contextuales, Zapata Ros desarrolla los hechos de la vida de Caradoc a través de episodios, soslayando la fluidez literaria y cualquier amague de curva dramática. Su apuesta es al rigor en aquello en que puede permitirse ser riguroso (y allí alcanza niveles admirables) y a la fabulación medida en aquellos espacios que se prestan a la especulación, y que en buena medida se relacionan con el delicado balance entre la diplomacia artera y el romance utilitario que aplica este Caradoc de la ficción en sus misiones en servicio de la Corona de su país.


Semblanza

Alejandro Javier Alonso es un prestigioso escritor argentino galardonado entre otros con el primer premio UPC (Universidad Politécnica de Cataluña) de Ediciones B, en 2002, por su novela La ruta a trascendencia.

El premio UPC, concedido desde 1991 por la Universidad Politécnica de Cataluña, es el premio más importante de ciencia ficción en España y, en palabras del escritor BrianW. Aldiss: «Es el premio europeo con mayor prestigio en la ciencia ficción»

 


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