Cavanilles, otro murciano de adopción ignorado, la Dana, el Duque de Infantado, Pepa la Malagueña y... Caradoc
Pues bien en 1774 recibió Cavanilles una invitación del Obispo de Cartagena, Manuel Rubin de Celis (1743-1809) para acudir a Murcia para hacerse cargo, en el Colegio San Fulgencio, de una cátedra de filosofía, en la que tuvo un desempeño exitoso (entonces la Filosofía era el conjunto de Ciencias Experimentales, incluyendo la Botánica).
En el siglo XVIII Murcia, a resultas de su posición sobresaliente en el conjunto de España por su participación decisiva en la Guerra de la Sucesión era un emporio y una Atenas, por sus calles uno se podía cruzar y conversar con Cavanilles, Bort, Feringán, Salzillo, De Bussy,... Con los albañiles, canteros, escultores que hacían el Imafronte o las fases superiores de la torre de la catedral, con los ingenieros del canal del Reguerón, con cientificos del colegio de Teólogos San Fulgencio o con los artistas de los múltiples talleres de escultores y tallistas que poblaban la ciudad. Sin contar a los comerciantes y empresiarios de la seda o de la incipiente industria de la conserva y con hacendados agrícolas.
Tanto es así que el XII Duque del Infantado, a la sazón embajador de la Monarquía Española en París vino exprofeso a llevarse a Cavanilles como mentor de sus hijos a la capital francesa.
Ha sido precisamente indagando, para el segundo volumen de mi trilogía sobre Caradoc, sobre el XIII Duque de Infantado (pupilo de Cavanilles), Pepa la Malagueña y elPalacio de Chamartín, he dado con este (otro más) personaje clave para Murcia. Tan clave e
importante como ignorado.
Se trata del matemático, filósofo, teólogo, pero sobre
todo botánico, Antonio José Cavanilles. Un pilar de la Ilustración en
España. Valenciano de origen, fue durante tres años profesor del Colegio San
Fulgencio, de Murcia, el que tras la desamortización fue Instituto Alfonso X. Allí explicó
Matemáticas y Filosofía. Tal fue su fama que lo rescató el XII Duque del
Infantado, el padre de nuestro personaje, para ser preceptor de sus hijos Pedro
y Antonio, en particular de Pedro de Alcántara de Toledo y Salm-Salm, XIII
Duque del Infantado. Cavanilles fue quién ayudó a forjar su carácter. Esto lo
trataremos en una ampliación de ese capítulo, o en uno nuevo dedicado a
Infantado, pues ilustra y contrasta su peripecia personal con La Malagueña, y
su figura en la historia de España como amigo, enemigo, rival, sucesivamente de
Fernando VII y de Napoleón, que le puso precio a su cabeza, además de usurpar
su casa y su cama. En fin una mina de personaje, al que formó Cavanilles.
Infantado padre lo llevó a Paris. Allí aprendió, aún
más, botánica, jardinería y arquitectura de jardines, que luego aplicó en
Madrid y en otros lugares de España. También en los jardines de la Quinta de
Chamartín, donde se desarrolla el capitulo de la Montenegro.
La pista para ello me la ha dado, como para otras cosas, la lectura del interesantísimo trabajo de Alicia Díez de Baledón García, historiadora del Arte y profesora titular en el departamento de Historia del Arte de la Universidad de Castilla-La Mancha en el libro y ciclo de conferencias Quintas de Recreo Madrileñas: «Chamartín de la rosa. Quintasdesaparecidas» para la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno (Mi agradecimiento y recuerdo a Sagrario Avezuela Sánchez que me lo facilitó).
Pues bien todo esto ha venido a mi recuerdo con la Dana. Fijémonos que decía José Antonio Cavanilles, en 1795, sobre el barranco de Torrent o de la venta del Poyo, en "Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, poblaciones y frutos del Reyno de Valencia".
“Siguiendo hacia el sur desde Alaquás como a un quarto de legua se atraviesa el barranco, que empieza en las montañas e Buñol con dirección a Chiva, entra en esta villa y continúa por el término de Cheste, donde recibe otro considerable. Engrosado con este aumento y con las vertiene de aquellos montes, cruza el llano de Quart junto a la venta de Poyo, pasa después por las cercanías de Torrent, que dexa a su derecha, como igualmente Catarroja, y desagua en la Albufera de Valencia. Su profundo y ancho cauce siempre está seco, salvo en las avenidas, quando recibe tantas aguas y corre tan furisoamente, que destruye quanto encuentra. En 1775 causó muchísimas esgracias en Chiva, sorprehendiendo a media noche a sus vecinos. Asoló un número considerable de edificios, esparciendo por mas de dos leguas los tristes despojos y los cadáveres de los pobres que no pudieron evitar la muerte. A la derechadel barranco y a muy corta distancia, bien que en un sitio elevado, está Torrent, la mayor población del reyno después de las ciudades y villas principales”
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